¿Cómo de antiguos son los coches eléctricos?

La nueva revolución de la industria del automóvil son los vehículos a batería. Hay defensores de los eléctricos puros con batería de litio, mientras que muchos expertos del sector dan por hecho de que no hay que darse por vencidos con la pila de hidrógeno. En cualquier caso, los coches eléctricos han venido para quedarse y van a tener un papel bastante importante de aquí en adelante.

El debate actual gira alrededor de los cargadores y la infraestructura de carga. La escasez del litio y la dificultad de suministrar la energía eléctrica a los coches —y que estos sigan siendo sostenibles— es un reto que todavía debemos superar. Aunque no mucha gente lo sabe, los fabricantes de automóviles ya experimentaron en el pasado con los coches eléctricos. Y eso es lo que vamos a contar en el artículo de hoy.

Coches a pilas, una historia que se repite

El triciclo de Gustave Trouvé (1881). El primer coche eléctrico del mundo.

Los automóviles eléctricos no son una tecnología nueva. Si nos vamos a los orígenes de la automoción, nos encontraremos que este escenario que vivimos en la actualidad ya se tanteó en su día. Los primeros prototipos de automóviles eléctricos datan de principios del siglo XIX, coincidiendo en cierta medida con el desarrollo del motor eléctrico y la batería. Ingenieros en Estados Unidos y Europa lograron avances significativos, pero les llevó tiempo que los fabricantes ganaran impulso.

Coches eléctricos de la New York Edison Company en fila en Manhattan. 1906.

En la década de 1890, se vendieron diez veces más coches eléctricos que de gasolina (y también había vehículos a vapor compitiendo en el mercado). Uno de los principales coches eléctricos fue un vehículo construido en Iowa, diseñado por un químico llamado William Morrison. Su velocidad máxima era de aproximadamente 22,5 kilómetros por hora. Compitió con marcas como Studebaker y Oldsmobile, que también fabricaban coches eléctricos en ese momento. Sus modelos de gasolina llegarían, pero algo más tarde.

Los automóviles eléctricos tuvieron un buen auge hasta el cambio de siglo, pero la producción en masa resultó ser su talón de Aquiles. Cuando todos los coches eran construidos a mano, la competencia era pareja, pero en 1910, se introdujeron las primeras líneas de ensamblaje modernas. Dado que los vehículos a gasolina fueron los primeros en ser producidos en serie, sus fabricantes obtuvieron una ventaja financiera que los fabricantes de vehículos eléctricos no pudieron superar.

Un coche eléctrico Columbia. 1899.

La limitada infraestructura eléctrica también fue un problema —esto nos suena del panorama actual, ¿verdad?—. Así, la gasolina se impuso como la fuente de energía preferida, impulsada por la enorme popularidad del económico y accesible Model T de Ford. Los vehículos eléctricos siguieron fabricándose, pero en números muy reducidos, para fines comerciales o industriales. En la década de 1990, hubo un breve resurgimiento de los coches eléctricos, especialmente en furgonetas comerciales. Sin embargo, desaparecieron nuevamente antes de que comenzara nuestra actual era de los coches eléctricos.

¿Funcionará esta nueva etapa?

La oferta actual de coches eléctricos es enorme. Desde un utilitario de Peugeot hasta una berlina de lujo de Lucid. La autonomía eléctrica también ha mejorado enormemente gracias a la evolución de las baterías, y ahora es más fácil que nunca encontrar un lugar para recargar.

Sin embargo, por la forma en que los fabricantes de EVs actuales promocionan sus logros y tecnología moderna, no sorprende que el automóvil eléctrico parezca algo completamente nuevo. Es fundamental recordar que esta tecnología lleva más de un siglo de historia y ha evolucionado enormemente desde sus inicios. A medida que avanza la innovación, es probable que veamos una adopción cada vez mayor de vehículos eléctricos, una infraestructura de carga más extensa y soluciones a problemas que antes eran limitantes.

El futuro del automóvil eléctrico es prometedor, y aunque no es una tecnología completamente nueva, las mejoras continuas en rendimiento, diseño y accesibilidad están permitiendo que más personas en todo el mundo se sumen a la revolución de los vehículos eléctricos. En última instancia, esto contribuirá a reducir las emisiones contaminantes y favorecerá el desarrollo sostenible en el ámbito del transporte.

El futuro será sostenible o no será futuro

En cualquier caso, la generación actual de coches eléctricos no ha hecho más que empezar. Tocará ver cómo evoluciona la pila de hidrógeno, al mismo tiempo que hay que dar la oportunidad a los combustibles sintéticos, pues pueden llegar a ser incluso más sostenibles que los coches a pilas.

Al fin y al cabo, desguazar un coche y poner fin a su vida útil también es un proceso contaminante. De ahí que también sea interesante que la industria petrolera desarrolle nuevos hidrocarburos sintéticos que no emitan gases contaminantes a la atmósfera y que permitan que máquinas antiguas sigan dando servicio a sus dueños sin emitir ningún tipo de gas perjudicial a la atmósfera.

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