Tenían que ser el futuro. Sin embargo, ese futuro, por el momento, ni está, ni se le espera. La industria automotriz está experimentando un fenómeno sin precedentes en el sector de los vehículos eléctricos. La depreciación de los automóviles eléctricos ha alcanzado niveles que preocupan tanto a fabricantes como a consumidores, marcando un punto de inflexión en el mercado de coches eléctricos.
Los EV no se están vendiendo al ritmo al que los fabricantes desearían. Y la venta de segunda mano tampoco parece animar a los compradores. Esto último está provocando que el coche usado de baterías esté devaluándose como nunca.
Un descenso vertiginoso en el valor de reventa
Los datos más recientes revelan una tendencia alarmante: algunos modelos de vehículos eléctricos están perdiendo hasta el 50% de su valor en tan solo un año. Los números son bastante peores en Estados Unidos que en Europa, aunque la tendencia parece ser global.
Esta caída drástica supera con creces las proyecciones realizadas a finales de 2023, que estimaban una pérdida del 50% del valor en un período de tres años.
Los modelos más afectados por la depreciación
Entre los vehículos más afectados por esta tendencia se encuentran el Ford Mustang Mach-E y el Polestar 2, que han experimentado una pérdida del 52% de su precio de venta inicial en apenas 12 meses en Estados Unidos, según informa Jalopnik. Por su parte, el Tesla Model 3 ha mostrado una mayor resistencia, con una depreciación del 45% en el mismo período.
El caso más llamativo es el del Mercedes EQE, cuya depreciación ha alcanzado niveles sin precedentes. Este sedán eléctrico de lujo ha perdido casi el 50% de su valor en solo 12 semanas, lo que se traduce en una depreciación diaria de aproximadamente 615 dólares.
Factores que impulsan la depreciación acelerada
La rápida evolución tecnológica en el sector de los vehículos eléctricos es uno de los principales factores que contribuyen a esta depreciación acelerada. Los nuevos modelos ofrecen mejoras significativas en autonomía, rendimiento y velocidad de carga, lo que hace que las versiones anteriores queden obsoletas rápidamente.
A esto hay que sumar que, en realidad, no hay tanta demanda. Cuando se junta este sentimiento al miedo por la degradación de las baterías, se produce el combo perfecto. La gente no quiere un eléctrico porque son caros (o porque no viven en un lugar apto para poder manejarlos como es debido), y tampoco están dispuestos a hacerse con uno usado por miedo a la degradación.
Primeras generaciones vs. modelos actuales
Muchos de los vehículos eléctricos que experimentan una mayor depreciación son ejemplos de tecnología de primera generación. Marcas como Porsche, Audi y Mercedes lanzaron sus primeros modelos eléctricos como respuesta a la irrupción de Tesla en el mercado, y ahora estos vehículos se enfrentan a versiones mejoradas y más eficientes.
Precios iniciales elevados y expectativas cambiantes
Los precios inicialmente elevados de los vehículos eléctricos, combinados con las preocupaciones persistentes sobre la autonomía y la infraestructura de carga, han contribuido a la caída en el valor de reventa. A medida que el mercado madura y surgen opciones más asequibles, los modelos más antiguos y costosos pierden atractivo rápidamente.
Y aquí tenemos también las expectativas a medio y largo plazo. Conforme pasan los meses, menos claro vemos el fin de la combustión como tal. Al fin y al cabo, no tanta gente se está pasando al eléctrico.
Malo para el mercado y también para los consumidores
Esta tendencia de depreciación acelerada tiene implicaciones significativas tanto para la industria automotriz como para los consumidores. Por un lado, representa un desafío para los fabricantes, que deben adaptar sus estrategias de precios y marketing. Por otro lado, puede abrir oportunidades para los compradores de vehículos usados, que podrían acceder a modelos eléctricos a precios más asequibles.
¿Tiene futuro el mercado de vehículos eléctricos?
A pesar de los estos contratiempos, el futuro del mercado de vehículos eléctricos sigue siendo prometedor. La depreciación acelerada que estamos presenciando podría ser vista como un «dolor de crecimiento» en un mercado que está madurando rápidamente. A medida que la tecnología se estabilice y los precios se ajusten a la realidad del mercado, es probable que veamos una normalización en los patrones de depreciación.