No está todo perdido: Alemania devuelve un poco de oxígeno al motor de combustión

La Comisión Europea tenía previsto poner fin a la venta de vehículos con motor de combustión con el objetivo de cumplir con las metas climáticas de la Unión Europea, alcanzando cero emisiones de carbono para 2050.

Por supuesto, la jugada no ha estado exenta de polémica. La UE y su plan se han encontrado con la resistencia de los fabricantes de automóviles y de una población que, ahora más que nunca, ha apreciado que en la Eurocámara se gobierna a espaldas de la gente. La falta de infraestructura de carga y al elevado coste de los vehículos eléctricos don dos de las muchas razones que evidencian que el modelo de Bruselas cojea por todas partes.

¿Fin de la combustión en 2035? Alemania se encara a la UE

A pesar de que se creía que el asunto estaba resuelto, Alemania y varios países vetaron el texto en el Consejo de la Unión Europea, impidiendo su aprobación. Estos países abogaban por la continuidad de los motores de combustión más allá de 2035, especialmente mediante el uso de combustibles artificiales con cero emisiones de dióxido de carbono.

Alemania ha estado negociando con Bruselas durante todo este tiempo. Finalmente, en la jornada de ayer sábado, se llegó a un acuerdo según el cual los motores de combustión podrán seguir vendiéndose después del 1 de enero de 2035, siempre que utilicen combustibles sintéticos.

Frans Timmermans, responsable de la política climática de la Unión, anunció el acuerdo en Twitter, mientras que el ministro de Transporte alemán, Volker Wissing, celebró la decisión, afirmando que los vehículos con motor de combustión podrán seguir siendo vendidos después de 2035 si se abastecen exclusivamente con combustibles neutros en CO2.

La batalla no ha hecho más que empezar

Aunque se ha alcanzado un acuerdo, la lucha no ha terminado del todo. Alemania quería que la Comisión aceptara un acuerdo vinculante para la integración de combustibles sintéticos en la legislación de 2035, lo cual no ha sucedido. En cambio, primero se adoptará la legislación que prohíbe los motores de combustión en 2035 y, posteriormente, en otoño de 2023, la Comisión presentará una propuesta completa sobre los combustibles alternativos.

Se espera que esta propuesta genere nuevos debates entre Alemania y la Comisión, ya que probablemente tendrán visiones distintas sobre el tema.

Un nuevo desafío para las petroleras

Este acuerdo marca un punto de inflexión en la política climática de la Unión Europea, al permitir que los motores de combustión sigan en el mercado siempre y cuando utilicen combustibles sintéticos. Aunque el camino hacia la adopción de estos hidrocarburos artificiales no está exento de desafíos, la decisión de permitir su uso puede dar lugar a una mayor inversión en investigación y desarrollo, así como a la expansión de la infraestructura necesaria para producir y distribuir estos combustibles.

Por el momento, estos combustibles tienen precios astronómicos, por lo que son igual o más prohibitivos que los coches eléctricos. El tiempo dirá si la economía de escala y la inversión son suficientes para abaratar costes y que estas soluciones puedan llegar a toda la población.

Por otro lado, las organizaciones medioambientales seguirán presionando para que se adopten medidas más estrictas y se acelere la transición hacia vehículos eléctricos y otras tecnologías más sostenibles, independientemente de que sea o no posible su adopción. En última instancia, la supervivencia de los motores de combustión dependerá de la capacidad de la industria automotriz para adaptarse a las demandas del mercado y cumplir con los objetivos climáticos establecidos por los gobiernos y organismos internacionales.

No hay que cantar victoria tan pronto

Aunque el acuerdo alcanzado entre la Comisión Europea y Alemania permite la continuidad de los motores de combustión, la batalla por su futuro sigue en pie.

Las negociaciones y los debates sobre el papel de los combustibles sintéticos y las tecnologías más limpias en la industria automotriz continuarán en los próximos años, mientras los actores involucrados buscan un equilibrio entre las demandas económicas, sociales y medioambientales.

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