Los coches manuales posiblemente tienen los días contados. Las normas medioambientalistas mandan, y los modelos automáticos siempre son más eficientes a la hora de hacer los cambios, al mismo tiempo que sufren menos desgaste.
Los embragues de las cajas de cambios manuales se han mejorado mucho a lo largo de los años. Muchos de ellos pueden durar ya casi tanto como el propio coche. Sin embargo, el estilo de conducción sigue siendo el factor que más influye en su vida útil. Y es que, como sabrás, cambiar un kit de embrague es bastante caro, tanto por los componentes en sí como por la propia mano de obra —no hablemos ya si dañamos el volante de inercia—.
¿Es el embrague un elemento de desgaste? ¿Hay que cambiarlo con el tiempo?
Con el auge del Renting y todos estos nuevos métodos que existen para adquirir un coche, no es de extrañar que veamos cláusulas en los contratos donde se especifica lo que la casa cubre a la hora de usar el vehículo.
En muchas garantías de automóviles, los embragues de las cajas de cambio manuales se consideran elementos de desgaste. Esto no suele ocurrir con otros coches con cajas automáticas robotizadas o de doble embrague, donde el impacto del usuario es inferior y el kit puede llegar a incluirse en la garantía.
Cómo alargar la vida útil de un embrague
Haciendo una conducción mixta por carretera y ciudad, no es complicado hacer que un embrague dure 10 o más años, así como superar la barrera de los 200.000 kilómetros. Lo único que debes saber son estos consejos que te dejamos a continuación:
Conduce con suavidad y haz cambios progresivos
Una conducción brusca y agresiva puede acelerar el desgaste del embrague. Al cambiar de marcha, es importante hacerlo de forma suave y gradual, evitando aceleraciones repentinas o cambios de marcha innecesarios.
El pedal del embrague solo es necesario sostenerlo en el cambio de primera a segunda. En el resto, se puede equilibrar rápidamente pisando el acelerador y evitando mantener el pie abajo de forma innecesaria.
No uses el embrague de reposapiés
El pedal del embrague solo debe usarse para cambiar de marcha, frenar o evitar que el motor se cale. Siempre lo pisaremos a fondo para evitar dañar los mecanismos.
El resto del tiempo, el pie izquierdo debe estar sí o sí en el reposapiés. Bajo ningún concepto debes circular poniendo el peso del pie en el embrague ni pisarlo parcialmente. Esto último lo suele hacer la gente que desarrolla cierto miedo a la conducción, y se traduce en facturas carísimas de taller.
El cojinete de desembrague (o el cilindro esclavo concéntrico) también se desgasta mucho si se utiliza el pedal del embrague como reposapiés mientras se conduce.
En las cuestas, freno de mano
En la autoescuela nos enseñaron una fantástica forma de destruir un embrague, que no es otra que buscar el punto de fricción en las cuestas.
Como técnica está muy bien, pero solo hay un problema: ¡Estás poniendo todo el peso del coche en el embrague! Una vez apruebes el examen, pon el freno de mano en las cuestas. Cuando el semáforo se ponga verde, mete primera, busca el punto de fricción, pisa el acelerador y ve quitando el freno de mano. No se te caerá el coche hacia atrás y tu embrague te lo agradecerá.
Evita arrancadas bruscas
Al arrancar, especialmente desde un punto muerto, hazlo con suavidad. Las arrancadas bruscas generan un desgaste acelerado del embrague. Hacer un ‘Launch Control’ está guay, pero cambiar el kit de embrague no mola tanto.
Aprende a usar la marcha adecuada
Conducir con una marcha larga es bueno para hacer consumos, pero no es lo ideal cuando hay que acelerar bruscamente, remolcar carga o subir pendientes.
En estos casos, y especialmente, en los coches con embrague tipo volante bimasa, esta mala práctica hará que el volante de inercia tenga que absorber las vibraciones generadas al operar a bajas revoluciones.
Si falla el volante de inercia, será necesario cambiar también el embrague. Adicionalmente, dejar el coche al ralentí por largos periodos con el compresor del aire acondicionado activado por el motor también puede favorecer el fallo del volante, así que no abuses de esto tampoco.
No sobrecargues el coche innecesariamente
Sobrecargar el vehículo pone presión adicional sobre el embrague, especialmente en subidas o al arrancar. Asegúrate de no exceder la capacidad de carga recomendada por el fabricante.
En coches normales, resulta complicado superar el peso máximo, pero en furgonetas y vehículos de trabajo, es bastante común que los embragues duren menos de lo esperado por culpa de cargarlas en exceso.
Aprende a reconocer que tu embrague está fallando
Ahora que ya sabes todo lo necesario para evitar un desgaste prematuro de tu embrague, vamos a darte unos últimos tips finales para que puedas adelantarte al fallo. Detectar los signos tempranos de su desgaste no solo puede ahorrar costos de reparación, sino que también será clave para que no te quedes tirado:
Punto de fricción en la parte alta del recorrido del pedal
Uno de los signos más claros de desgaste es cuando el punto en el que el embrague comienza a engancharse (o «morder») se siente mucho más alto de lo normal cuando se libera el pedal.
Cuando esto ocurre, el embrague ya no estará agarrando con la misma fuerza. Lo normal es que el punto de fricción se encuentre antes de la primera mitad del recorrido, siempre y cuando el circuito hidráulico esté en buenas condiciones.
Deslizamiento del embrague
Si al acelerar sientes que las revoluciones del motor aumentan, pero la velocidad del vehículo no lo hace de manera proporcional, es probable que el embrague esté deslizándose.
Traducido al castellano, viene a significar que el embrague no está transfiriendo de manera efectiva toda la potencia del motor a la transmisión.
Ruido al cambiar de marcha
El embrague no tiene que sonar al pisarlo. Si escuchas un sonido al presionar el pedal, o escuchas un cambio de ritmo en el sonido del motor al soltarlo, casi seguro que tendrás un problema en la bomba de embrague. Puede ser tanto en el cilindro maestro como en el esclavo.
Dificultad al cambiar de marcha
Si experimentas resistencia o dureza al intentar cambiar de marcha, es posible que el embrague no se esté desenganchando correctamente.
Esto puede deberse a un desgaste excesivo o a problemas con el fluido de la transmisión.
Vibración en el pedal del embrague
Si al presionar el pedal del embrague sientes una vibración extraña, esto podría ser un signo de un embrague desequilibrado o dañado. Lo ideal en estos casos es ir al taller a que lo revisen antes de que sea tarde.
Olor a quemado
Un embrague que ya no trabaja bien patinará constantemente, generando fricciones muy exageradas que pueden hacer que el material del que está hecho el disco se quemen. El resultado es un olor muy desagradable que llega incluso a entrar al habitáculo.
Si esto te ocurre a menudo, no esperes a quedarte totalmente sin embrague. Una vez que te quedas sin embrague, será el volante de inercia el que sufra y tendrás que sustituirlo, sumando más euros a la factura final.
Reconocer estos síntomas a tiempo es esencial para garantizar la seguridad en la carretera y para minimizar los costes de reparación. Si experimentas alguno de estos síntomas, te recomendamos que acudas a un mecánico de confianza para realizar una revisión y determinar la mejor solución.