De todos los elementos que hay dentro de un capó, la correa de distribución es precisamente algo que no podemos dejar de mantener. La rotura es algo que debemos evitar a toda costa, pues de romperse, nuestro motor sufrirá tantos daños, que en ocasiones lo más sensato será enviar el coche al desguace.
Las correas de distribución tienen vida finita. Hay que sustituirlas cada cierto kilometraje —algunos fabricantes también recomiendan cambiarla si han pasado una serie de años, independientemente de si se han hecho kilómetros o no—. En cualquier caso, es importante saber que la correa puede deteriorarse incluso antes de lo que toca. De ahí que sea importante que sepamos identificar un problema a tiempo de este elemento y llevar el coche a un taller tan pronto como sea posible para evitar que la correa se parta.
En este artículo vamos a listar las señales más obvias de que tu correa de distribución está dañada o se va a romper. Presta atención y toma apuntes si fuera necesario. Si al terminar de leer el artículo tienes claro que tu correa está empezando a fallar, no dejes para mañana lo de ir al mecánico. Empezamos.
Fallo motor – Desincronización de la distribución
La función principal de la correa de distribución es mantener la sincronización de los cilindros. Si la correa comienza a presentar problemas, los cilindros pueden perder su sincronía, provocando fallos en el motor.
Otra señal es la disminución en el rendimiento del automóvil, lo cual es una gran alerta. No debe pasarse por alto, ya que implica que el motor podría estar sufriendo daños.
Sonido de ‘tic-tac’ en el motor
La correa de distribución se encuentra vinculada a las poleas del cigüeñal. Si el material que la conforma comienza a desgastarse, no podrá rotar las poleas de manera adecuada, lo que genera un sonido de tic-tac. No obstante, este ruido también puede deberse a un nivel insuficiente de aceite en el motor. En ambos casos, se trata de un asunto serio, por lo que es importante que un mecánico lo examine.
Fugas de aceite
La correa de distribución está sujeta por una serie de tuercas. Sin embargo, con el tiempo, estas pueden aflojarse. Cuando esto sucede, puede causar una fuga de aceite alrededor de la cubierta de la correa de distribución.
Esto puede derivar en un problema grave. Cuando se interrumpe el flujo de aceite, existe un gran riesgo de que el motor se sobrecaliente. Si esto ocurre, puede provocar daños importantes y la factura de la reparación aumentará significativamente.
Más humo de lo normal
Si te fijas que sale más humo del que debería por el escape, puede que estés haciendo que el motor se esfuerce más de lo normal. No obstante, también puede darse el caso de que tengamos fugas de líquido y que el motor esté quemando aceite, ya sea por un motivo u otro.
Si tu vehículo humea más de lo habitual, deberías mirarlo detenidamente. Sea o no un problema derivado de la correa de distribución, conviene repararlo antes de que la factura aumente de precio.
Aumento errático de las revoluciones del motor
Esto será más fácil de ver en vehículos que tienen cambio manual. Se puede apreciar también en coches con cambio automático, pero no será tan fácil en los modelos modernos que no muestran las revoluciones en el salpicadero.
Pues bien, si puedes ver las revoluciones a las que va el motor de tu vehículo, puedes llegar a diagnosticar que algo no va bien con la correa si las revoluciones se mueven de forma errática. Por norma general, al acelerar suben, y al soltar el pie del gas, la aguja baja. Si pega saltos o hace cosas raras, lo que puede estar pasando es que la correa está haciendo su trabajo a trompicones. Puede ocurrir, por ejemplo, que se le hayan ido algunos dientes, y de ahí la inestabilidad de la aguja.
Dificultad o imposibilidad de arrancar el motor
Si tu coche tiene serias dificultades para arrancar, uno de los motivos puede ser la correa. No obstante, hay muchos otros problemas mucho más probables que pueden ser la causa.
En cualquier caso, si cumples otros puntos de esta lista y tu coche no arranca en absoluto, es posible que ni siquiera seas capaz de arrancar el coche. Una señal clara de que algo anda mal es cuando no logras encender el motor. Si esto sucede, podría ser una pista de que la correa de distribución se ha roto por completo. Deberías escuchar el sonido del motor de arranque, pero como la correa controla el cigüeñal, el coche no prenderá.
Luz ‘Check Engine’ encendida
No ocurre en todos los coches, pero muchos modelos pueden llegar a detectar de forma automática que la correa no está buen estado. De ahí que pueda llegar a encenderse el testigo de fallo motor.
No debería cundir el pánico en este caso porque la luz de fallo motor suele ser muy escandalosa, y se activa con casi cualquier anomalía en el motor. De todos modos, esta luz no debe ser ignorada nunca, por lo que deberías llevar el coche a un mecánico tan pronto como sea posible.
Más de 100.000 kilómetros o 5 años sin cambiar la correa
Cada motor tiene sus intervalos de sustitución. Hay correas que aguantan cientos de miles de kilómetros, y otras —como las bañadas en aceite—, que tienen que ser cambiadas en ocasiones incluso antes de lo que indica el fabricante. Conviene llevar un registro de cuándo se ha cambiado la correa (kilometraje y fecha), para así no saltarse nunca el mantenimiento de este elemento. Si hace más de 100.000 kilómetros que no pasas por un taller a cambiar correa, comienza a sospechar. O te toca muy pronto, o ya has pasado el periodo de seguridad y te la estás jugando.
Además, se recomienda también sustituir la correa cada 5 ó 6 años en caso de que no se alcance el kilometraje para garantizar que los materiales no se degraden por agentes externos como la humedad, los cambios de temperatura o la erosión. Nunca deben sobrepasarse los 10 años seguidos sin hacer este mantenimiento. Independientemente del kilometraje.
Como conclusión, podemos decir que la correa de distribución no avisa con tanta precisión como la cadena de distribución. La correa se gasta con el uso debido a que trabaja con una fricción constante. Está sometida a altas temperaturas y puede agrietarse con el uso. Aunque el mantenimiento cuesta bastante dinero, más vale prevenir que curar. Lo último que quieres es experimentar lo que ocurre con una rotura de la correa de distribución.